Señor decano: desde hoy, soy un privilegiado. Haber participado en la renovación de autoridades en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC, me ha permitido asistir a un acto que es, literalmente, la representación más cabal de la república que yo anhelo para mi patria por los siglos de los siglos.
Me abrumó de sana alegría el ambiente de democracia participativa, de igualdad, de respeto por el otro, de la diversidad generacional, para esta Argentina de hoy donde la intolerancia y la descalificación al otro es la norma.
Escuchar a los jóvenes consejeros con sus legítimos reclamos y sus coincidencias con los mayores me colmó de esperanzas republicanas. No podía comprender tanta institucionalidad a la mano, en el marco de una sociedad que, en buena medida, parece haber perdido el sentido de las palabras rectoras que consolidan el tejido social: humanidad, amor al prójimo, trabajo, ética, autoridad, servicio.
Le doy gracias a Dios por la oportunidad que me concedió en mi función de periodista. A lo largo de más de medio siglo en la difícil tarea de comunicador social, muy pocas veces he visto tanto ejercicio democrático como lo acontecido en ese recinto recoleto del decanato de Ciencias Médicas que resultó pequeño para tanto corazón abierto hacia los otros. Allí, sentí la misma felicidad –vaya la casualidad y la anécdota- que tuve cuando hace ya cuarenta años, mi hermano Guillermo Alberto se graduó en esta facultad de médico cirujano y habló en el acto de graduación por haber resultado medalla de oro de su promoción. Hoy, en mi garganta, se contagió ese ahogo extraordinario de la emoción humana compartida por la satisfacción del deber cumplido, cerrando círculos virtuosos que le hacen tanto bien a quienes recogen con mucho valor el testimonio generosamente ofrecido.
La unanimidad en la elección del futuro decano y vicedecana es la resultante del consenso maduro y positivo, de un trabajo en equipo del que deberían tomar debida nota todos aquellos que aspiran a conducir los destinos, no solo de la Universidad, sino de la Nación misma. Es la representación viva de las debilidades individuales que conviven en democracia como las frágiles flores que se asoman en primavera y nos dejan su belleza y su perfume sin pedir nada. Pero que, por la suma de las ideas superadoras en el marco de la ley, se tornan fortalezas indestructibles, sobre las que se construye con realizaciones concretas el futuro mejor.
En mi memoria fotográfica quedará para siempre lo ocurrido en este mediodía extraordinario, donde se eligieron nuevas autoridades en la Facultad de Ciencias Médicas. Carece de importancia qué trascendencia le otorgue a este acto académico ejemplar la prensa local, donde poco venden las buenas noticias.
En mi diario personal ocupará la portada a cuatro colores y con letras de molde, anticipando, por fin, la llegada de la Nueva República, que todos los argentinos bien nacidos se merecen.
Juan Antonio Castro Torres
Periodista