El Ocho, conocía todos los secretos de la Facultad,  de sus autoridades, empleados, visitantes. Cinco décadas de prudencia y silencio. Pasó por todos los gobiernos y atendió a los dirigentes de todas las ideologías. Acompañó a 21 decanos. Aún en la dictadura, salió airoso por ese andar rapidito que lo caracterizaba, por  volar su corbata al hombro y responder rápidamente a los sonidos del timbre decanal. Tuvo sucesivas  despedidas por su jubilación, algunos homenajes, pero nunca pudo irse. No hubo manera que dejara su casa.ochi y cafetera AHace varios días, desde que Jesús Ochoa enfermó de repente,  todos estamos desconcertados. La cocina, sin las enormes cafeteras y  los pocillos relucientes luce desolada.
Mucho más lo estará a partir de hoy, porque  ya sabemos que su ausencia es definitiva. Deberemos acostumbrarnos a su no presencia; a la falta de sus comentarios picarescos y afables para cada uno de los que allí trabajamos; su sabiduría de viejo y la sonrisa que comenzaba naturalmente  a las 6 de la mañana y no lo abandonaba en todo el día. El otoño,  se llevó a  Jesús, un hombre bueno, que nació en navidad y murió en pascua.